Una de las cosas más complicadas cuando se logra algo grande, es mantenerlo.
A inicios de semana, Paul McCartney sacó su nuevo album NEW, una
producción ñoña, plástica y popera.
Alejandro Garnica, publicó en Facebook su crítica sobre este
lanzamiento y hacía la mención de que recordaba cuando Paul sacaba un
nuevo disco y lograba atrapar al oyente de inmediato con su gran
capacidad de composición.
Pero veamos el otro lado de la moneda. McCartney es uno de los top 10
millonarios del Reino Unido, uno de los músicos más exitosos de la
historia, goza de popularidad mundial y tiene un poder de convocatoria
capacidad de generar dinero que pocas personas en la historia de este
planeta han logrado.
No dejaba de ser el hambre que tenía cuando estaba con los Beatles lo
que lo obligaba a llevar las cosas al siguiente nivel, a experimentar
con sonidos (que desde mi punto de vista, es el nivel máximo de un
músico), a hacer mejor música que John Lennon.
Entonces, como ya nada más levanta el meñique y con eso tiene a masas
de gente atrás de él y millones de Euros respaldándolo, la calidad de
sus canciones ha ido en decadencia.
Ojalá pueda tener la oportunidad de vivir un gran hit de Paul, pero la
reflexión es que hay que tener cuidado con el brillo del éxito, porque
definitivamente cega.
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