Me he enterado del caso de un conocido al que no le van a renovar el
contrato en el lugar en el que trabaja.
Esta persona lleva en esta institución más de cinco años laborando, en su
momento fue una persona capaz y, por la época, la única que podía desempeñar la
labor que hace.
Sin embargo, al pasar los años, no buscó mejorar, su trabajo comenzó a ser deficiente
y ya desde hace un par de años, su desempeño ha pasado de nulo a
contraproducente puesto a que, por falta de conocimientos y adiestramiento,
arruina el trabajo bien hecho de otras personas.
A inicios de este año, le dijeron que no iban a recontratarlo, y a raíz de
esta amenaza, empezó intentar trabajar mejor.
Llegaba temprano, buscaba hacer sus reportes de manera correcta, iba los
sábados a trabajar, todo en vías de que se reconsiderara su recontratación.
Aún con estas acciones (puesto a que sigue sin realmente sin poder estar al
nivel del requerimiento del puesto), se ha mantenido la decisión de no contar
con él.
Entonces ha venido el cuestionamiento de por qué se le está despidiendo si
ha tenido una actuación aceptable y a mejorado con respecto a años anteriores.
Obviamente la respuesta es "Este desempeño no es suficiente y fue el
que debió de haber prevalecido desde el primer día de contratado, no los
últimos meses".
Aún con la advertencia a inicios de año, pensó que cambiando ya en estos
últimos días iba a lograr su permanencia.
Y justo aquí es donde analizamos que esta línea de pensamiento es muy dada
en México, en donde estamos acostumbrados a trabajos de regulares a malos y
donde prevalece la segunda oportunidad constantemente con el "dame
chance" o "no seas mala onda" para justificar el "mal
obrar" en la vida.
Hay que poner atención en los focos amarillos para prevenir los rojos.
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