Últimamente me han tocado un par de experiencias con diferentes personas
sobre estas pláticas motivacionales que les han ayudado para reencontrarse con
ellas y darse cuentas de ciertas cosas que estaban pasando por alto
Lo curioso es que en ninguno de los casos me pudieron explicar el tipo de
dinámicas para lograr estos "despertares".
Y es que analizando la situación, el nexo que se genera entre el impartidor
del curso y las demás personas tiende a hacer muy fuerte por las situaciones en
las que se realizan estos cursos, generando reacciones más intensas.
Grupos pequeños, lugares cerrados, largas horas "confinados" durante
por lo menos cinco días, son algunas de las situaciones que tienen este tipo de
pláticas para lograr que la gente active sus instintos más primarios como la
necesidad de pertenencia que tenemos.
Estas situaciones de "escases" genera una mayor interacción entre
los participantes, logrando una mayor apertura de su verdadero yo y, guiados
por el organizador, se pueden dar situaciones de mucha vulnerabilidad que
desembocan en una expresión de sentimientos que difícilmente se daría en
situaciones normales y menos con un grupo de extraños.
Pero es esta necesidad que tenemos de pertenencia lo que empuja a la gente a
tener estas respuestas, ejemplo similares sería el síndrome de Estocolmo o
nexos traumáticos en los que el cerebro prefiere generar un nexo aunque sea
negativo a no tener alguno (Bowlby, 1988).
Estoy de acuerdo en la ayuda que pueden tener estas pláticas sobre la gente
que toma el curso, lo que me parece poco ético es que no le adviertan a la
gente por lo que en realidad los van a hacer pasar o que después no les
expliquen lo que sucedió.
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