En México los tres sindicatos más fuertes son: Pemex, el de maestros y la
UNAM.
El problema es como ha cambiado la función del sindicato desde que se
inventó a esta época moderna. Si bien el sindicato se creó con la finalidad de
proteger al trabajador contra algún abuso por parte de la empresa, los papeles
han cambiado y el problema es ¿Ahora quién defiende a las empresas de los
sindicatos?
Ejemplos como plazas vitalicias, pensiones hereditarias, venta de
promociones laborales, solicitud de sobornos para entregar prestaciones que son
parte inherente de los puestos, entre otras cosas; son algunos de los
escenarios que se viven hoy en día con los grandes sindicatos.
Sin embargo, ¿Dónde se encuentra el beneficio que le dan a la empresa para
exigir este tipo de beneficios?
En la mayoría de los casos, Petróleos Mexicanos, las escuelas públicas y la
Universidad Nacional Autónoma de México, se ven perjudicados por el excesivo
poder que puede tener un trabajador quien ni siquiera tiene una verdadera
calificación para ocupar un puesto y simplemente, por el tiempo que lleva en
alguna de estas instituciones y le tocaba, se encuentra ahí; además de tener la
ventaja de no poder ser despedido por tener una plaza vitalicia.
Felipe Calderón, actual presidente del país, acabó con el de Sindicato de Electricistas,
que también se encontraba en el top cinco de sindicatos más grandes del país. Y
si bien no ha habido un cambio significativo para los usuarios, por lo menos la
institución ya no está teniendo que pagar montos que lo mantenían en
bancarrota. Esperemos que en algunos años, la Comisión Federal de Electricidad
pueda hacer buen uso de la nueva percepción de recursos que ahora tiene e
invierta en generar el total de la energía que necesita nuestro país (porque
hay empresas extranjeras dedicadas a producir energía para poder satisfacer la
falta de producción por parte de esta institución).
A final de cuentas, el fin principal de una empresa es que produzca
ganancias y hay que cuidar el bienestar de ambas partes. Exprimir los recursos
de una institución significará matarla y si no hay empresas donde trabajar, tampoco
habrá sindicatos pues morirán con ellas.
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