En la vida nos enfrentamos a diferentes situaciones en las cuales hay que decidir qué hacer.
Óptimamente, previo a la toma de decisión, se consideran los pros y los contras para poder elegir una opción conveniente.
Sin embargo, hay que tener cuidado de no sopesar situaciones que si bien son posibles, sean bastante improbables e igualarlas con las generales.
A final de cuentas si nos cae un rayo, tampoco podremos llevar a cabo nuestros planes.
Así es que esperar a ese negocio perfecto, sin competencia, multimillonario, sin necesidad de inversión inicial, que con dedicarle 3 horas diarias sea suficiente, en el que se sea experto en el tema y que el mercado meta sea mundial, es esperar a que el mundo se acabe.
La vida y los negocios son problemas constantes a resolver, no zonas de confort.
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